En el Imperio Apollinaire, donde las aves se consideraban sagradas, se transmitió de generación en generación un oráculo de que el imperio disfrutaría de gloria eterna el día en que descendiera el pájaro divino hecho de plata y oro. Richard, el joven emperador del Imperio Apollinaire, descubre el huevo de Dios que le trajo su compañero pájaro, Dullahan, y lo cuida con todo su corazón. El día que el huevo finalmente se rompió, lo que salió del huevo con mucha anticipación fue... ¡Churi-churi! Era un pájaro pequeño que hacía un sonido que nunca antes había escuchado.